Pero de un tiempo a esta parte, noto que últimamente hemos vuelto a esos tiempos oscuros, en donde afirmar que la tierra gira en torno al sol, fue motivo de una acusación de herejía a Galileo, por parte de La Inquisición. Lo digo, porque hoy en día en España, si alguien cuestiona o expresa ideas que no gustan al Gobierno, es motivo de ser acusado de herejía. Ya no solo es cuestión de expresar, sino que si además se solicita la intervención de los organismos Jurisdiccionales como el Tribunal Constitucional, cuestionando la constitucionalidad de una norma, uno es tachado de hereje y se le somete al Tribunal del Santo Oficio polanquista, que se ha convertido en fiel guardián de la Fe Zapateril, del Gobierno y de la Izquierda “desilustrada”, que hoy rige nuestras vidas. Lo malo, es que en dicho Tribual, no puede uno ni defenderse, y la condena, aunque no sea la hoguera en la plaza pública a la caída del sol, condena prácticamente a una muerte civil, pública y política del disidente, a base de descalificaciones y usando los resortes del poder, Con el propósito de obtener su completa defenestración, como persona, individuo, pensador o defensor del pueblo, cara a la opinión pública.
Ha salido adelante en el Congreso una propuesta de reprobación del Defensor del Pueblo. Ideada y ejecutada por Izquierda Unida, con el agravante del apoyo inicial del partido que Nombró al actual Defensor del Pueblo, la moción —completamente absurda en tanto que esta institución no es reprobable en las cámaras— es la última peripecia parlamentaria del malhadado Estatuto catalán. Según parece, a los comunistas del Sr. Llamazares no les sienta bien del todo que el Sr. Múgica, opuesto desde el primer momento al Estatuto, siga de Defensor del Pueblo. A la menguada representación en el Congreso que posee el partido del Sr. Llamazares le parece intolerable que la postura de Múgica coincida con la del Partido Popular y que, para colmo, se haya opuesto al Estatuto arguyendo motivos ideológicos, es decir, que para un socialista de verdad la insolidaridad territorial consagrada en el Estatuto es poco menos que una aberración. El remate ha sido que, para los impulsores de la reprobación, Enrique Múgica no ha efectuado un "análisis neutral" del documento. Para los comunistas, evidentemente, ser neutral es sinónimo de darles la razón. Estamos ante un evidente y claro signo inquisitorial, en la que últimamente, se ha impuesto en España la idea de “o estas conmigo o contra mi” y, para desgracia de la razón, no es posible cuestionar nada y, de hacerlo uno se expone a que la máquina del Santo Oficio, haga su trabajo: la persecución y neutralización total del hereje disidente.
Este triste episodio que ha tenido por protagonista a un hombre ejemplar, a un socialista de bien, que ha perdido a un hermano a manos de ETA, en defensa de la libertad, no se merece un trato tan deplorable como el que se le está otorgando por su propio partido, demuestra hasta qué punto los socios antisistema del Gobierno están envalentonados. Las consecuencias de esta disidencia, contraria a la Fe del aparato gubernamental, apoyos nacionalistas incluidos, va a ser la escenificación de un Tribunal del Santo Oficio, con su correspondiente Auto de Fe, el Defensor del Pueblo tendrá que escuchar en la cámara baja cómo comunistas y nacionalistas se echan sobre su yugular y piden su reprobación y cese. No importará entonces que esa figura no exista, para los iluminados de la extrema izquierda –verdadero sostén del zapaterismo– cualquier ocasión es buena para demostrar que en lo que se refiere a materia de Fe y credo, son sus guardianes y sus dogmas son incontestables, indubitativos y no admiten discusión. Quien piense lo contrario, es un hereje y merece ser expurgado de las tentaciones del “maligno”