La desesperación, y algún redactor de la televisión de Polanco, han llevado a la más absurda de todas las campañas contra las víctimas que ha protagonizado el PSOE. La costumbre de llevar delante de las manifestaciones a quienes sufren alguna discapacidad física que les obliga a ir en silla de ruedas ha servido a José Blanco y López Garrido para arremeter contra la AVT por, parece ser, fingir que son víctimas del terrorismo quienes no lo son.
La negociación con ETA, el proceso de rendición, obligó desde muy pronto a Zapatero a procurar la estigmatización social de las víctimas, para evitar que la preeminencia moral que habían adquirido durante los años de Aznar pudiera ser utilizada en contra de sus expectativas electorales, que es lo único capaz de quitarle el sueño al de León. Cabe recordar que la reacción del Gobierno frente a la primera manifestación de las víctimas fue inventarse una agresión inexistente a Bono que derivó en la detención ilegal de dos militantes del PP que pasaban por ahí. Los insultos arreciaron contra las víctimas, llegando el alcalde de Zaragoza y ex biministro, Juan Alberto Belloch, a calificar la concentración de "genuino acto fascista de exaltación de la violencia". Pero claro, el final de la historia, fue la condena de los policías que practicaron la detención por detención ilegal y falsificación de documento.
Desde entonces, tanto los terminales mediáticos del socialismo como los propios miembros del Partido no han cejado en su intento de deslegitimar a la AVT y su presidente, e incluso han querido sustituir a Alcaraz por alguien que les provocara menos problemas. No lo han conseguido. Las manifestaciones congregan cada vez a más españoles hartos de un proceso cuyos únicos frutos parecen ser la rendición preventiva de la Fiscalía y de los jueces afectos. Al menos mientras Zapatero no logre convencer a la opinión pública de la bondad de conceder a los etarras la independencia del País Vasco y la anexión de Navarra.
El que a la máquina de picar carne humana se le haya resistido durante dos años un objetivo contra el que han disparado toda su artillería le debe resultar tremendamente frustrante. Pero no por ello se justifica que ahora pretendan utilizar a un afectado por la poliomelitis, casado con una concejal del PP, que por su condición puede caminar con dificultad pero no en las condiciones que requiere una manifestación, para acusar al PP y la AVT de "mentir" en la "calidad de las víctimas".
El razonamiento socialista es el siguiente: el que un discapacitado vaya en silla de ruedas en lugar de andando es debido a que se quería presentar una imagen más digna de lástima. ¡Como si mil muertos no fueran suficientes, como si el caso de Irene Villa allí presente no fuera suficiente! Según Iñaki Gabilondo fue todo un plan maligno diseñado por la concejal del PP de un pueblo sevillano, cuyo marido participó de forma entusiasta en el engaño, pese a decir a todo el que hablaba con él que no, que no era víctima, que sólo era cojo. Y todo para que en los telediarios pusieran un escorzo de ese "criminal peligrosísimo" durante una fracción de segundo. Y yo me pregunto; ¿es que un ciudadano poliomenítico no puede participar en una manifestación a favor de las víctimas, en silla de ruedas? Yo no soy vícitma y he estado en ellas. La causa de las víctimas es también mi causa, no soy poliomenítico pero si voy en silla de ruedas porque tengo la pierna totalmente escayolada y, aun asi deseo participar... ¿Me consideran un estafador? ¿Y que pasa con mis derechos a la libertad de expresión y manifestación? ¿Y mi derecho al pataleo?
Toda ocasión es buena para echar basura encima de las víctimas del terrorismo. La lección que parece desprenderse de las admoniciones de Gabilondo, Blanco y López Garrido es que está prohibido ir a una manifestación de la AVT si eres cojo y tienes alguna relación con alguien del PP. Mañana, no lo duden, volverán esto chiquilicuatres a darnos lecciones de democracia.