martes, febrero 20, 2007

Carnet de Puntos y Radares Roedores

De un tiempo a esta parte, como bien señala mi amigo Pérez Reverte, los de Picolandia ultimamente se lian a poner multas de tráfico, casi como el que fabrica chorizos. El que la hace, la paga. Bien. Pero aun así, nadie detiene al infractor para identificarle. Sólo un coche entrevisto en el arcén, una mirada por el retrovisor mientras uno piensa «¡te han cazado con el carrito de los helados!», y nada más. Ni flash usan ahora. Ningúna pareja de "números" vestidos de verde medio kilómetro más lejos, sirena en ristre, ordenándo parar al susodicho y diciendo, con la mano en el tricornio: "Buenos días. Documentación, por favor", como mandan los cánones y la bonita tradición española. Nada. Al cabo de un mes o dos, carta oficial, etcétera. El hombre contra la máquina. Y punto.

Ahora me entero de que Tráfico va a invertir ocho millones y medio de mortadelos en nuevos radares fijos de carreteras. Y que se van a instalar -nunca lo adivinarían ustedes-, no en vías de doble sentido, donde ocurren siete de cada diez esparrames, sino en autovías y autopistas, donde la velocidad es más alta, pero el porcentaje de cebollazos más bajo. Dicho mal y pronto: que esos ocho kilos y medio no buscan evitar accidentes y salvar vidas, sino recaudar lorchas de tolfis. Que es de lo que se trata; porque una cosa es que las cifras negras de cada operación salida o llegada sean más o menos estremecedoras, y otra que, con esto del carnet por puntos y la mayor prudencia de la peña que conduce, la Administración deje de sangrar al personal metiéndole el cinco de bastos en la pelleja. Porque ojo. Jesucristo dijo hermanos, pero nunca dijo primos. Faltaría más.

De manera que esto de los radares fijos, y que nos hagan fotos y nos enteremos un mes o dos más tarde, demuestra varias cosas, pero sobre todo una: que, demagogias, telediarios, campañas publicitarias (más o menos macabras) aparte, a la Autoridad competente le importa un carajo, que la gente corra a doscientos treinta por hora, que se maten en la próxima curva o que saltemos la mediana y nos llevemos por delante a una pareja de jubilados, a un viajante de comercio o a quien sea. Lo que quieren es que la caja registradora haga "cling, cling". Cualquier absoluto h... de p... puede pasar como un rayo con el Bemeuve "Turbo-Farruquito", poniendo en peligro la vida de todo cristo, y lo que hará el coche de tráfico emboscado o el radar fijo y maravilloso marca Toshiba, o la que tengan los radares, es hacer una foto estupenda de la matrícula del coche, que es lo que interesa: que los numeritos y letras se vean claros, para saber a qué propietario de coche adjudicársela y trincar.

Pero al conductor, al fulano que en ese momento concreto es un peligro público, nadie lo para, ni lo identifica, y puede seguir quinientos o mil kilómetros adelante a la misma velocidad, hasta que se rompa la crisma o se la rompa a algún infeliz. La pasta está segura, y la cosa, resuelta. A partir de ahí, a la Administración , a Tráfico, a quien corresponda, le dará lo mismo que, si el conductor tiene medios, compre los puntos perdidos a alguna de las avispadas gestorías que los ofrecen por Internet; o si es coche puesto a nombre de una empresa, que el propietario tenga un compadre en Nueva York, Hong Kong o Nairobi, a cuyo permiso de conducir atribuirle el marrón. Y que reclamen allí. Es más... muchos aun con un cero pelotero en puntos, siguen quemando asfalto como si la movida no fuera con ellos. En muchas provincias el permiso por puntos es una entelequia radical.

Así que, aunque no sirva para un carajo, hoy quiero reivindicar el derecho ciudadano a ser detenido e identificado en carretera cuando meta la gamba. Es más. Exijo que, una vez hecho el retrato de atentos al pajarito, una dotación de picoletos le corte el paso con la autoridad debida, le haga aparcar en el arcén con gesto enérgico, y tras afearme la conducta -se ha pasado varios pueblos, etcétera-, el guardia Sánchez me haga firmar la papeleta correspondiente mientras el cabo Martínez mueve la cabeza y dice, reprobador: «Debería darle vergüenza». Más aún. En caso de que al circunspecto se le cruce los cables o se le cortocircuiten, y decida no parar y seguir a toda pastilla esquivando el control, reclamo el derecho constitucional a ser perseguido por la Benemérita como Dios manda, con pirulos de destellos azules y sirenas de ordenanza, pi-po, pi-po, pi-po, derrapando en las curvas y todo eso, hasta ser reducido, identificado, esposado y puesto a disposición del juez Garzón, del juez Grande Marlaska o del juez que sea. Puestos a que nos metan un puro que nos dejen tentetieso y del revés, por lo menos que sean guardias de carne y hueso, rediós. No una puta máquina. Y por supuesto... todo eso suceda aqui, alli, acá, allá o más allá, con las mismas normas y método. Me sentiria terriblemente agrabiado si allá no me hicierna los mismo que acá.

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