martes, abril 24, 2007

Lección de ilegitimidad

Muchas veces, se usan términos juridicos de forma inapropiada. Uno de ellos es el concepto de ilegitimidad, que evoca cláramente algo que no es legítimo. Pero ¿que es lo legítimo? Si hacemso caso al diccionario de la RAE, se define como adjetivo calificativo de algo que está conforme a las leyes. De igual forma, tambien su sinónimo, lícito, hace referencia a lo mismo.

La ley de Memoria Histórica que la progresia trata de imponermos "porque sí, porque son mas y hacen lo que quieren porque les da la gana y todos a callar"; no es más que el despropósito de trata de imponer una verdad a su medida y concierto. De hecho, la ley prevee declarar ilegítimos los juicios del franquismo.

Esta afirmación, es de por si un despropósito. Verán. Si partimos de que los juicios (culaquiera de los juicios) celebrados durante la época que Francisco Franco fue Jefe de Estado en España, tiene tal condición, significa que cualquier sentencia, incluso del ámbito civil -ya no solo las penales dictadas a delincuantes comunes- ninguna estaria conforme a las leyes.

Observen el disparate. Esto significa que cualquier sentencia civil dictada en la época en le Frango era Gobernante NO TENDRIA VALIDEZ, y eso que se aplicaba la ya derogada Ley de Enjuiciamiento civil de 3 de febrero de 1881... ¡mucho antes de que Franco llegara al poder! Con la Ley de enjuiciamiento criminal, ocurre tres cuartos de lo mismo. Con lo cual, el efecto que pueden provocar, es una avalancha de recursos extraordinarios de revisión de sentencias firmes en el Tribunal Supremo, con lo que su colapso, seria ya total. La ilegitimidad afecta a todas las normas, desde las procesales hasta las más comunes. Y aunque lo quieran restringir a un determinado campo, no deja de ser elocuente, que podría aplicarse a cualquier juicio. Otra cosa son las sentecias dictadas en órganos jurisdiccionales "a hoc", como el famoso TOP. Si lo que se pretendía era eso, flaco favor tambien se hace. Ya de por si, lo que no se puede es revisar lo sentenciado en el pasado porque el pasado es pasado, para bien o para mal. Lo que tenemos que hacer es aplicarnos el cuento en aprendernos bien lo que pasó, para que nunca mas se repita.

Una vez, oí a José María Sardá decir algo que tiene hasta sentido común: "una dictadura podra ser legal, pero nunca legítima; porque lo que a un sistema de la legitimidad es que cualquier ciudadano pueda emitir su opinión en una papeleta". Con independiencia del comentario que merezca tal afirmación, lo que viene a legalizar dicha norma, interín de calificar a los muertos como mejores o peores, de primera o se segunda categoría, es a instaurar la inseguridad jurídica, ya que cualquier sentencia civil o penal, dictada en dicho periodo, puede ser cuestionada y cuestionable.

Otro ejemplo más de la perversión del lenguaje. En cierto modo, la izquierda actual esta decidia a dar la vuelta a la tortilla como sea, aunque sea a costa de cargarse algo tan esencial como la seguridad jurídica.

lunes, abril 16, 2007

Subenciolandia SA

Ya no solo son los llamados “intelectuales” los que se quieren apuntar al carro de la subvención de la andorga agradecida. Visto lo visto, ahora son los Agricultores quienes se quieren apuntar al carro.

En otras palabras: que los “paganinis” de que producir un kilo de lechugas, tomates o de cualquier cosa verde del campo lo tiene que acoquinar el contribuyente. Y todo porque una actividad empresarial de cualquier tipo que ve crecer sus gastos y disminuir sus ingresos tiene varias salidas: o cambiar el proceso productivo de modo que se reduzcan los costes, u ofrecer un valor añadido en su producto que permita aumentar el precio o, si la cosa no tiene remedio, echar el cierre. Los agricultores pretenden eso: que los contribuyentes abonen la diferencia. No están solos en sus exigencias, pues al fin y a la postre es lo que acaban pidiendo todos los grupos de presión, algunos con más éxito que otros. Para desgracia de los trabajadores del campo, parece que la SGAE tiene más influencia que ellos en el Ejecutivo

Una naranja en el campo no es de ninguna utilidad al consumidor, pues para poder comerla o exprimirla para zumo tendría que desplazarse, por ejemplo, a la comunidad valenciana y volver luego a su hogar con la naranja. El problema, es que al que la recoje hay que pagarle un sueldo (mil euros como mínimo) y pagar Seguridad social, lo cual encarece el precio del producto pero, si el mayorista de turno, las paga a pelo rastrero. Hay es donde esta el problema, pero su solución es muy sencilla: competitividad y valor añadido. Al consumidor lo que le es útil es la naranja que puede comprar en el supermercado de la esquina y, además lo mas barata para su bolsillo. Lo que no pueden pretender los agricultores, es que paguemos todos por su falta de competitividad. Lo que no es de recibo es que tengo yo que pagarles el hecho de que las naranjas de fuera de España (que suelen venir de Marruecos e Israel) sean más baratas que las valencianas, por los sobrecostes económicos que su recogida y plantación supone aquí.

Y mientras ZP, sacando pecho en economía, pese a que el Financial Times, ya le ha dicho que no presuma tanto. Eso si, vivir de las rentas se le da de miedo. No obstante, antes de presumir de números, deberia antes saber cuanto cuesta llenar la cesta de la compra, que eso, cualquier ciudadano lo entiende. ¡Ah! y ¿qué tendra que esconder cuando al Sr. Conthe se le quiere prohibir comparecer por el asunto de la OPA de Endesa? Solo sé que los pagadores tontos finales seremos nosotros; via subención o via recibo.

martes, abril 10, 2007

Perdiendo Puntos

Ni el carné por puntos, ni la enorme cantidad de radares fijos dispuestos a lo largo y ancho de toda la geografía española, han servido para que descienda el número de víctimas en accidentes de tráfico. Algo, efectivamente, está fallando, y al Sr. Navarro, Director General de Tráfico, se le empiezan a agotar los “puntos” de créditos por su gestión al frente de la DGT.

No puede ser, que la culpa de todo la tenga siempre y en cualquier circunstancia la alta velocidad. Es más, en muchos casos incluso ciertos límites de velocidad no están a las circunstancias de las propias vías, ni de los vehículos que por ellas circulan. Hay países como Alemania en los que no existe límite de velocidad en las autopistas y la siniestralidad es más baja que en España. La repetida ecuación, de que velocidad es igual a accidente, no es exacta como la DGT quiere hacernos creer. Además, la mayor parte de los siniestros tienen lugar en carreteras autonómicas y comarcales, en las que el pésimo estado de la vía o su inadecuada señalización suelen ser los causantes de no pocos accidentes mortales. Tampoco es de recibo que, para la DGT, los conductores sean siempre los culpables de todo lo que acontece en la carretera, obviando los numerosísimos puntos negros y los cuellos de botella que se forman en los accesos a las principales ciudades.

El carné por puntos, que se lanzó a bombo y platillo como un bálsamo milagroso contra la siniestralidad, no es ni la panacea, ni el chocolate del loro. Los españoles nos seguimos matando en la carretera como hace un año con o sin puntos que perder. Tampoco vale esos mensajitos, que a modo de publicidad subliminal pro Polanco, que pone la DGT en sus luminosos con la leyenda “¿tienes prisa?”; hacen que la siniestravilidad mejore. Nos falta educación vial, pues las autoescuelas, solo son centros dedicados a enseñarte como sacarte la licencia de conducción, pero en ningún modo enseñan educación vial, y mucho menos, a conducir. En cuanto a los radares fijos, por mucho que Navarro se empeñe, no son más que meras cajas recaudadoras, ínterin de que no pueden sustituir a las patrullas de la Guardia Civil y, no se sabe por qué extraña razón, cada vez las veo menos por la carretera. Insisto, los radares solo son para mejor recaudar, pero no para cambiar los hábitos de los que corren por puro placer; si cualquier maquinita GPS te indica y avisa de donde están. Eso si, las carreteras secundarias siguen como están: en mal estado. Y si algún gobierno regional del PP intenta mejorarlas, el comando progresista memologista “caquita de gato” se encarga de saboteártelo diciendo que por allí circulan linces ibéricos. Mientras, esas carreteras se siguen cobrando su habitual saldo de muertes.