Ni el carné por puntos, ni la enorme cantidad de radares fijos dispuestos a lo largo y ancho de toda la geografía española, han servido para que descienda el número de víctimas en accidentes de tráfico. Algo, efectivamente, está fallando, y al Sr. Navarro, Director General de Tráfico, se le empiezan a agotar los “puntos” de créditos por su gestión al frente de la DGT.
No puede ser, que la culpa de todo la tenga siempre y en cualquier circunstancia la alta velocidad. Es más, en muchos casos incluso ciertos límites de velocidad no están a las circunstancias de las propias vías, ni de los vehículos que por ellas circulan. Hay países como Alemania en los que no existe límite de velocidad en las autopistas y la siniestralidad es más baja que en España. La repetida ecuación, de que velocidad es igual a accidente, no es exacta como la DGT quiere hacernos creer. Además, la mayor parte de los siniestros tienen lugar en carreteras autonómicas y comarcales, en las que el pésimo estado de la vía o su inadecuada señalización suelen ser los causantes de no pocos accidentes mortales. Tampoco es de recibo que, para la DGT, los conductores sean siempre los culpables de todo lo que acontece en la carretera, obviando los numerosísimos puntos negros y los cuellos de botella que se forman en los accesos a las principales ciudades.
El carné por puntos, que se lanzó a bombo y platillo como un bálsamo milagroso contra la siniestralidad, no es ni la panacea, ni el chocolate del loro. Los españoles nos seguimos matando en la carretera como hace un año con o sin puntos que perder. Tampoco vale esos mensajitos, que a modo de publicidad subliminal pro Polanco, que pone la DGT en sus luminosos con la leyenda “¿tienes prisa?”; hacen que la siniestravilidad mejore. Nos falta educación vial, pues las autoescuelas, solo son centros dedicados a enseñarte como sacarte la licencia de conducción, pero en ningún modo enseñan educación vial, y mucho menos, a conducir. En cuanto a los radares fijos, por mucho que Navarro se empeñe, no son más que meras cajas recaudadoras, ínterin de que no pueden sustituir a las patrullas de la Guardia Civil y, no se sabe por qué extraña razón, cada vez las veo menos por la carretera. Insisto, los radares solo son para mejor recaudar, pero no para cambiar los hábitos de los que corren por puro placer; si cualquier maquinita GPS te indica y avisa de donde están. Eso si, las carreteras secundarias siguen como están: en mal estado. Y si algún gobierno regional del PP intenta mejorarlas, el comando progresista memologista “caquita de gato” se encarga de saboteártelo diciendo que por allí circulan linces ibéricos. Mientras, esas carreteras se siguen cobrando su habitual saldo de muertes.
1 comentario:
En el P$o€, como dictadores bananeros que son, su primera reacción es prohibir y, si por ellos fuese, la solución para que no hubiera accidentes en carretera es prohibir la conducción en carretera.
Publicar un comentario