Que a principios de siglo XXI se dé respetabilidad pública a quienes consideran incompatible la protección de especies en peligro de extinción –como efectivamente lo es el lince ibérico– con obras de las que tan necesitadas está Madrid para mejorar la accesibilidad, la disminución de la siniestralidad o el desarrollo económico de su entorno, es buena muestra de la instrumentalización política y del carácter letal que, para el progreso, tienen las pretensiones ecologistas.
Para colmo, ahora se ha descubierto que los famosos excrementos no pertenecen a ningún lince, sino al felis catus, es decir el gato común. Desde luego, los que tampoco han resultado ser unos "linces" han sido la oposición de izquierdas y los politizados grupos ecologistas que le sirven de comparsa.
1 comentario:
Lo gracioso es que todos aquellos que trinaban por ello ahora callan.
Pásate por mi segundo blog http://nosepuedeaguantar.blogspot.com y mira en los enlaces de la noticia del lince, ¡mira los comentarios de la gente!
Saludos
Oye que no he abandonado a la criatura, posteo en los dos!
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