Después de su cruzada contra el tabaco y de su levantamiento en armas contra la publicidad de los restaurantes de comida rápida, la Ministra de Sanidad Elena Salgado ha decidido empezar una nueva cruzada contra el Vino y la Cerveza; en otras palabras, las bebidas alcohólicas de baja graduación. La pregunta es ¿es progresista prohibir? En función de lo que la Ministra piensa, así parece.
Decía Mark Twain; que había que tener cuidado con los libros que hablan de la salud, porque podíamos morir por culpa de una errata. Si hiciéramos caso de forma constante a la Ministra es posible que corramos ese riesgo. Pero empezaríamos por morirnos de asco, pues como dice el dicho popular: si no fumas, ni bebes, ni vas con mujeres; ¿de que te sirve vivir entonces? En resumen, la Ministra piensa que los españoles de a pie somos como niños, que no sabemos lo que hacemos y que por lo tanto, necesitamos leyes y normas muy estrictas que nos protejan de todo mal a nuestra salud. Nos niega la capacidad de poder decidir por nosotros mismos, en que los españoles de a pie carecen de todo sentido de la responsabilidad para tomar decisiones que el Estado debe por lo tanto intervenir en la vida del individuo, amparándose en la excusa de proteger a los menores.
Recuerdo que de pequeño, me decían que no podía tomar un vasito vino “porque el ombligo se me pondría azul”. Visto desde esa perspectiva no dejaba de ser falso pero en cierto modo, era porque como menor de edad no era una bebida adecuada a mi edad. Pero el tiempo pasa y ahora adulto yo, disfruto de un buen vaso de un buen vino o de una cerveza de vez en cuando. Además de que el vino tiene elementos anticancerígenos, su consumo responsable es beneficioso para la salud. No parece que la Ministra lo piense así. ¿Acaso es que la empresa catalana “Font Bella” tiene problemas en la venta de su agua mineral y pretende aumentar las ventas así? ¿Es la nueva estrategia visto el fracaso de la OPA de Gas Natural?
Pero esta vez, la Ministra ha pinchado en hueso duro. A esta medida se le ha puesto en contra incluso la Vicepresidenta Fernández de la Vega, el Parlamento de Castilla la Mancha, organizaciones agrarias, etc. Incluso los productores catalanes de Cava se han puesto en pie de guerra.
Las medidas del proyecto de Ley son tan contundentes, desde la publicidad hasta para los consumidores adultos. Por poner un ejemplo, la ley pretende prohibir la venta de tales bebidas, en centros de protección y atención a menores, todos los centros de enseñanza (universidades incluidas) y sus dependencias, instalaciones recreativas y en cualquier lugar que se realicen actividades dirigidas para menores o a menores de edad. Esto significa que ni los adultos podrán tomarse ni una cerveza, ni una copa de vino en la comida mientras esperan a sus hijos en el bar de una piscina.
Lo que ya resulta penosamente evidente, es hasta qué punto están enervados los principios morales y políticos que deben sustentar una sociedad libre, tales como la libertad o la responsabilidad individual, por este proyecto legislativo liberticida y paternalista. Cualquier legislación que no tenga como base estos principios se convierte de facto en un arbitrario mandato, repleto de incoherencias, contradicciones y posibilidades de fraude. Así, los gobernantes que, en una sociedad democrática, son empleados públicos elegidos por ciudadanos libres y soberanos, no permiten a sus representados elegir en pro de su propia salud, sino que los tratan como a niños a los que hay que prohibirles las cosas por “su propio bien”.
Fijo que lo próximo que Elena Salgado prohibirá es el sexo, para prevenir el SIDA.