miércoles, marzo 07, 2007

Un pequeño homenaje a Jose Luis Coll

Jose Luis Coll era el último eslabón de la cadena que nos unía con una generación de humoristas capaces de hacer un chiste tras otro sin resultar patéticos. Una especie extinguida, aniquilada por el paso de los años y la dictadura de una televisión que reclama humor-basura de consumo rápido. si dicen que el humor es el reflejo d euna sociedad, véase la muestra. ¿cuantos humoritas de nuevo cuño han seguido sus pasos, con la misma genialidad?

Ese humor inteligente de la Transición, y los años posteriores, ha sido sustituido por la broma gruesa, la rima imposible, la coletilla sin sentido y el travestismo. Hace 20 años Tip y Coll eran los reyes del mambo. Desde la extinta sala Cleofás, cada noche hacían que Madrid riera de forma inteligente. Vestidos con levitas, hongos y chisteras, honrando al maestro y dramaturgo del humor del absurdo Miguel Mihura, mezclado con ese estilo fresco, inocente y tambien absurdo de Enrique Jardiel Poncela; impusieron una ley abstracta desde una televisión que recibía con los brazos abiertos su humor diferente. Hoy esas bromas absurdas y geniales no tendrían hueco en la pequeña pantalla.

Coll pertenecía a la generación de Gila y Perich, de esas revistas de humor tan míticas como 'La Codorniz' y 'Hermano Lobo', de las frases con varios sentidos y la sonrisa por encima de la carcajada, muy al estilo de las gregerías de Ramón López de la Serna. Véase si no, la definición de "galopar" que el mismo Coll escribiria en su "Diccionario" -Galopar: una pareja de franceses-. Hoy la caspa lo ha cubierto todo, y para tener un programa de humor en 'prime time' basta con disfrazarse de gitano, imitar a un tartamudo o a culaquier personaje famoso, o repetir "22, 22, 22…". Por desgracia yo he reido esas gracias, pero quizá me he ido dando cuenta de la improtancia de ese humor que, nacido desde la inteligencia, sin estertores o chabacanerías, hacen que nuestra carcajada nazca limpia e inocente, como la sonrrisa de un niño. quizá ahor acon la desaparición completa de Tip y Coll, empiezo a valorar ese humor que nacido desde el ingenio, sortenado censuras y trivialidades, logran hacernos reir de verdad.

Los humoristas son el reflejo de la sociedad, de la cultura, de la política. De ahí la mediocridad actual. Está claro que no es lo mismo Tierno Galván que Ruiz-Gallardón, como no es igual Alfonso Guerra que José Blanco. Pero ahí está Coll para defenderlos a todos: "No es justo que nos quejemos de los políticos, cuando ellos jamás se quejan de nosotros". De hecho, ha muerto sin cumplir su famosa amenaza: hablar del Gobierno.

y para muestra un botón:

1 comentario:

El Cerrajero dijo...

Antes si querías hacer Humor tenías que ser inteligente, ahora basta hablar de burradas, sexo o algo así y ya basta.

Si además pones acento andaluz, ya eres el rey de la comedia, y si haces chistes de Aznar entonces tienes un cargo público.