Hace unas semanas, una noticia en la prensa me hizo recordar cierto incidente del cual siento una rabia por no poder “meterle un puro” a un miserable que escondiéndose en su edad, matemáticamente salía vivo y exultante, burlándose de mi señora madre y de mi persona. Bien vale el calificativo de La Ley Penal del Menor como “La Ley de Impunidad del Menor”. Y los acontecimientos me dieron la razón, tanto a mí, como a aquella funcionaria que dejó bien claro aquel axioma.
Pues verán, hace una semana, 3 menores del barrio chabolista de “la jungla”, lograron poner en jaque a toda una brigada policial en una persecución de esas de película, que podría bien recordar a aquellas películas de Eloy de la Iglesia, sobre el mítico “Vaquilla”, “Torete”, “El gasolina” y tantos otros de la época o; la muy reciente realizada sobre la niñez de Juan Carlos Delgado, alias “El Pera”. El caso es que en España hay una larga tradición de ladrones de coches que ya a los 7 años andaban con las manos en el volante. Los policías que los vieron salir corriendo del deportivo estrellado no se explicaban cómo llegaban a los pedales. Eran chicos pequeños, mal desarrollados, quizá con avitaminosis; eso sí, no saben ni leer ni escribir, sus padres no se preocupan por ello, pero son capaces de conducir un vehículo a más de 250 por hora y de hacerle un puente en apenas un minuto.
Esos chavales son los descendientes directos de aquellos hijos del olvido, de la marginación, de ese no porvenir que genera el chabolismo, que la sociedad a veces tiene que tolerar su existencia (¡Que ironía! ¿Verdad?), sin que nadie haga nada por evitarlo. Pero están ahí. Existen. Normalmente tendemos a mirar a otro lado pero seguirán allí.
No me cabe duda alguna que de esos tres chavales, no tardarán en conocer la cárcel dentro de poco tiempo, terminarán enganchados a las drogas duras, o Dios sabe que.
Dicen que por aquel entonces, el “Vaquilla”, era todo un as al volante en un R5, quemándole los neumáticos, o que hacía verdaderas clavadas de riñones cuando corría en un SEAT, con la música de los Chunguitos a todo trapo y con “los maderos” pisándole los talones. Quizá estos chavales se hayan convertido en sus herederos putativos. Herederos de esa tradición de chorizos, chirleros, carteristas, tironeros, butroneros o, actualmente, aluniceros.
De todos aquellos, solo queda vivo Juan Carlos Delgado, alias “El Pera”. Por suerte, “El Pera” encontró la redención en el “Tio Alberto” y su Ciudad de los Muchachos, institución de la cual llegó incluso a ser el alcalde. Actualmente Juan Carlos Delgado es Profesor de Conducción Evasiva en el Instituto Duque de Ahumada de la Guardia Civil y, probador oficial de vehículos de la revista “Top Auto” y “Autopista”. El incluso trata de llevar lo que “Tío Alberto” le legó a su persona, en esos barrios donde la marginalidad hace caldo de cultivo ycrea nuevos “vaquillas” o “toretes”. Los centros de acogida apenas les retienen durante unas horas. Pero en casi cada puerta hay un deportivo que se abre con la llave de una lata de sardinas. Suelen estar a tope de gasofa, y no hay más que procurarse un ladrillo o un cojín para acelerar a fondo. Los guardias ni siquiera huelen el humo de los coches robados. Y si les pillan, la ley les pone a salvo. Cuando tienen trece años no se puede hacer otra cosa que echarles un rapapolvo, que es lo contrario de algo divertido, para lo que sobran cuatro letras y falta alguna gachí que se ponga caliente con un buen tubo de escape. ¿Y los padres? Los padres. Los padres no pueden ni controlarlos… y si los tienen.
Ha vuelto el Madrid y la Barcelona de los 70, con sus persecuciones de película. Aquí, chatarrear y chorar son verbos de moda. Los nombres son lo de menos: si tienes los ojos achinados te ponen Samurái; si eres cuasienano, Pumuki; si embistes a la primera, Vaquilla. Algunos no tienen padre, y a todos los ignoran los políticos, si no está cerca el fotógrafo que haga la foto para las elecciones.
Luego se quejarán algunos que la sociedad les margina.
2 comentarios:
'No me cabe duda alguna que de esos tres chavales, no tardarán en conocer la cárcel dentro de poco tiempo, terminarán enganchados a las drogas duras, o Dios sabe que'
A la altura que ha puesto el listón Rodríguez el Traidor lo mismo alguno acaba de inquilino en La Moncloaca.
No me digas eso que me da hasta miedo!
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